Así son los nuevos proyectos de la familia Roca: el hotel-restaurante Esperit Roca, el bar de tapas y vinos Vii y la boutique Casa Cacao

La variedad de registros culinarios que poseen Joan, Pitu y Jordi Roca tiene como aliados a sus sus mujeres —Anna Payet, Encarna Tirado y Ale Rivas— y, en los últimos años, a la generación más joven —Marc, Martí, Maria y Marina—, así como a un equipo repleto de piezas clave. Con ese capital humano, impulsan un ‘modelo Roca’ basado en apostar por la ciudad de Gerona como epicentro gastronómico donde no han parado de crecer con nuevos conceptos en los últimos años. Este verano, la saga Roca ha estrenado varios proyectos: el hotel-restaurante Esperit Roca, el bar de tapas y vinos Vii y la nueva boutique de Casa Cacao. “Nos permite mantenernos con la pasión activa y viva”, afirma Joan Roca, que un día de agosto nos guió con sus hermanos por lo último del ‘tour Roca’ por su ciudad. Así son los nuevos proyectos de la familia Roca y sus propuestas, en el contexto de un grupo gastronómico con vocación por diversificar en modelos de negocio y que ya suma una quincena de espacios solo en Gerona, bajo 8 marcas diferentes y complementarias.

Hay un mapa ligado a un apellido reconocido de la gastronomía española con puntos cardinales correspondientes a una colección de formatos de negocio. No requiere casi de fronteras, aunque se extiende dentro de Gerona capital y su entorno muy cercano; es ajeno a estrellas, soles o rankings y, sobre todo, se rige por unas reglas tan emocionales como eficientes desde el punto de vista de gestión, que son propias de una empresa familiar. Mejor dicho, de un grupo familiar. 

JoRoFon S.L. es la empresa de la saga Roca, que para su denominación social recurre a la primera sílaba de los nombres y los dos apellidos de los hermanos Roca Fontané. Son Joan (cocinero), Josep ‘Pitu’ (‘camarero de vinos’) y Jordi Roca (pastelero) y, aunque en apenas tres meses, han abierto hasta cuatro negocios, lo suyo es una carrera de fondo que les precedió en 1967 con Can Roca, el bar-restaurante abierto por sus padres, Montserrat Fontané y Josep Roca ‘padre’; prosiguió en agosto de 1986 cuando Joan y Josep Roca inauguraron El Celler de Can Roca, en un local adyacente al negocio paterno —más tarde, se incorporó Jordi, que tenía solo 8 años cuando sus hermanos mayores emprendieron—, arrancando la apuesta por crecer dentro de Taialà, el barrio periférico de Gerona que es su origen; y, en 2024, suma nada menos que casi 15 negocios diferentes con 8 marcas, con Gerona como principal ubicación.

Esperit Roca, así se gesta un nuevo ‘proyecto Roca’

El verano ha sido particularmente movido para los Roca. Esperit Roca, abierto en el Castillo de Sant Julià de Ramis, añade un modelo que la saga todavía no tenía: un hotel a las afueras de su ciudad, que está lo suficientemente cerca para ser fácilmente accesible para sus clientes y potenciales huéspedes, en un paraje tranquilo en la montaña de los Sants Metges —Santos Médicos—, lo que garantiza una vista 360º a todas las zonas montañosas de Cataluña.

Es un plus, aparte de mágico, salir de Gerona y llegar en apenas 10 minutos (unos 6 kilómetros) a esta antigua fortaleza militar de finales del siglo XIX —construida junto a un poblado íbero llamado Kerunta—, que nunca llegó a ejercer como tal y que fue museo de joyas propiedad de Ramón López. El fundador de joyería D’Or Joiers, un discreto emprendedor catalán que puso en el mapa internacional su empresa gracias a la colaboración con Tiffany’s y su diseñadora estrella Elsa Peretti, soñó con crear un museo de joyas. Y, hace unos años, hizo realidad su sueño en el Castillo de Sant Julià de Ramis con la apertura de DOR Museu, fortaleza donde, además, abrió hotel y restaurante gestionado por Jordi Cruz. Pero ya por entonces (2016) este empresario se había acercado a los Roca para convencerles de gestionar la fortaleza, que en aquel momento estaban inmersos en otros proyectos más inmediatos y prefirieron no aceptar la propuesta para instalarse allí.

Tras la pandemia —que implicó el cierre del museo— y el fallecimiento de Ramón López, sus herederos volvieron a hablar con la familia de Gerona, que, finalmente, aceptó hacerse cargo de Castillo de Sant Julià de Ramis, donde los Roca —en régimen de alquiler “con un alquiler simbólico”— comenzaron a barajar diversos escenarios en un macroespacio de 8.000 metros cuadrados, hasta decidir crear Espirit Roca.

Cómo encaja Esperit Roca en el ‘universo Roca’

“Poco a poco, nos fuimos enamorando del espacio y fuimos entendiendo que, quizás, todo esto tenía un encaje para nuestro universo. Decidimos crear una nueva historia, una nueva película, que de alguna forma complementa a El Celler de Can Roca y nuestro pequeño universo en Girona y también de alguna forma hace la competencia a El Celler; es nuestra propia competencia para bien”, desgrana Joan Roca, que aporta un rotundo dato: “En 2023, tuvimos 129.000 personas en lista de espera en El Celler. No teníamos ni idea de esa cifra hasta que nos la dio el programa de reservas. Así que creamos un nuevo proyecto cercano, al lado de Girona y, además, aquí podemos ofrecer una ‘experiencia cliente’ espectacular al margen de lo gastronómico y muy distinta a la que ofrecemos en El Celler, salvando las distancias frente a lo que allí podemos plantear; creo que allí [en El Celler] estamos en uno de los mejores momentos de nuestra historia”.

Joan Roca se refiere así al imponente espacio que ya es Esperit Roca y al recorrido y ‘experiencia cliente’ que implica la visita a su restaurante. El cliente llega al edificio de la zona inferior del Castillo de Sant Julià de Ramis —cerca de su entrada y su helipuerto—; accede primero a la exposición ‘CCR. Cocina. Conciencia. Reflexión’, basada “a lo que hicimos en 2016 en Palau Robert (Barcelona), pero ahora como exposición permanente y con el contenido puesto al día”.

Con una zona ya visitable, objetos, fotos, información y material audiovisual sobre la familia Roca, su historia y su evolución se exhiben aprovechando soportes que fueron parte de DOR Museu. La zona expositiva se ampliará poco a poco con diferentes estancias, hacia el piso de arriba y algunas subterráneas en las antiguas caballerizas del castillo o la antigua fortaleza militar —incluida una caja fuerte que guardaba las joyas más valiosas del antiguo museo—. Una sala guardará todos los reconocimientos y premios otorgados a los negocios de los hermanos Roca, mientras cada uno de los tres tendrá su propio espacio dedicado a sus trabajos o especialidades respectivas. “Todo esto se va a poder visitar”, aclara el cocinero.

Además, habrá una biblioteca culinaria pública en la parte superior con libros de los Roca y con la colección de Manuel Vázquez Montalbán —cedida por su hijo a la familia de Gerona—; así como, “un poco más adelante”, una Academia, que se abrirá en el futuro dedicada a formación, donde “no queremos competir con nadie, sino que queremos hacer algo muy práctico”; y, probablemente, un espacio para eventos.

Solo en este edificio, Esperit Roca casi parece inabarcable, entre salas enormes acristaladas con vistas a las montañas y, a la vez, entre galerías subterráneas. “Esto tiene un rollo muy chulo por el empaque del espacio y el recorrido que hay previo al restaurante”, comenta Joan Roca entre galerías, mientras advierte que la intención es que la exposición se abra al público —quizás, a partir de octubre o noviembre— para no sea solo un espacio para los clientes que visiten el restaurante.

Si varias estancias del sótano ya sirven como perfecto almacén de las cientos de botellas que a Pitu Roca ya no le cabían en El Celler y tenía guardadas en diferentes espacios de Gerona, el plato fuerte en clave líquida está por llegar: la bodega, con más de 80.000 botellas de vino y situada en la cúpula del edificio. Suena ópera de fondo. ¿Qué locura es esta? “Pitu está poniendo una a una todas las botellas”, cuenta su hermano Joan. “Cocinar y servir es amar”, se lee en la pared.

La bodega es, además, la vía de entrada al restaurante, al que se llega tras atravesarla, que sale junto a la cocina acristalada y una terraza.

Los Roca han encargado la jefatura de cocina a Raúl Sillero, uno de los chefs de la casa que dirigió el restaurante Ágora Mas Marroch, concepto de platos históricos de El Celler que ahora se ha mudado a Esperit Roca, donde evoluciona y se centra en los platos de El Celler —sobre todo, a partir de 2012—. “El mérito, el éxito de todo esto, es suyo, de Raúl”, sostiene Joan Roca.

Ligada a la “reinterpretación de platos icónicos de El Celler de Can Roca”, las propuesta de Esperit Roca se basa en la triple opción de platos a la carta; el menú ‘Espíritu Salado’ o ‘6/2’, con 6 platos salados —como ‘Toda la gamba’ o Brioche de pularda— y 2 postres, con precio de 170 euros; y el ‘Espíritu Dulce’ o ‘2/6’, con 2 platos salados y 6 postres, por 139 euros, como una formula que recupera famosas creaciones dulces de Jordi Roca, como Cromatismo verde, Fresas con nata, Flor Blanca, Lluvia en la pineda, Postre láctico o Anarkia de chocolate. Ambos menús parten de los mismos aperitivos: el famoso ‘Brioche’ al vapor de boletus y ‘El Mundo’, globo terráqueo con 5 bocados de 5 viajes diferentes, que fue un emblema hace una década en El Celler.

Un comedor con mesas redondas, unas con bancos encastrados en la pared y otras junto a los ventanales, componen el espacio del restaurante. Al frente de la sala y como sumiller, otra pieza clave de la casa, Carles Aymerich.

Junto a la entrada a la exposición, hay una tienda con productos de Casa Cacao, Rocambolesc, Esperit Roca Destilería y Roca Recicla, así como libros y ‘merchandasing’ de El Celler de Can Roca. En otro emplazamiento exterior, se ubica la Destilería de Esperit Roca, donde los Roca hacen sus destilados desde hace tiempo y que venden con la marca con la que, finalmente, decidieron bautizar su nuevo restaurante-hotel; en el futuro, la destilería también se podrá visitar.

Esperit Roca, la evolución prevista

Queda claro que este nuevo espacio en el Castillo de Sant Julià de Ramis no es solo un restaurante donde se pueden probar ‘grandes éxitos’ de la saga Roca, sino que es un proyecto con evidente potencial. ¿Por qué y para qué? Se verá, pero para empezar hay pocos espacios en España —¿y en el mundo?— tan imponentes y con tantas posibilidades. Es mucho soñar, pero tampoco es tan descabellado pensar que Esperit Roca registre su particular evolución y entre a formar parte de guías y ránkings. ¿Acaso la nueva experiencia de ‘fine dining’ que los Roca y su equipo pueden alumbrar en un espacio tan imponente no podría competir con ‘proyectos 50 Best’ basados en emplazamientos sobresalientes?

¿Qué viene después de lo que ya está ocurriendo en Esperit Roca? Seguro más cosas y una evolución del concepto gastronómico que, sin duda, recibirá importantes reconocimientos. Los Roca se encogen de hombros, aunque admiten: “Nosotros mismos estamos sorprendidos con la experiencia que está ofreciendo Esperit Roca en un espacio como este y con las posibilidades que tiene”, confiesa Pitu Roca. “No lo habíamos pensado de esa forma, pero, una vez puesto en marcha, nos hemos sorprendido. Ha salido algo diferente y ha salido algo chulo; no nos queremos poner presión; estamos sorprendidos por el éxito, el restaurante está a tope cada día y la gente se va encantada con la experiencIa; eso es lo que más nos ha sorprendido”, reconoce Joan Roca.

Esperit Roca, el segundo hotel boutique de los Roca

Aún no podemos salir de Esperit Roca, ya que falta su hotel boutique de 16 habitaciones, en el edificio ubicado en el punto más alto de la fortaleza que es el Castillo de Sant Julià de Ramis. Es el segundo hotel de la familia, que ya cuenta con Casa Cacao en el centro de Gerona y, con este nuevo alojamiento, se aleja unos kilómetros para crear un precioso y tranquilo rincón perfecto para desconectar, rodeado de jardines y con una bonita piscina al aire libre. Manel de la Riva, pieza clave desde hace dos décadas en la hospitalidad de El Celler, está al frente.

Justo, en este edificio del hotel, hay otro restaurante —el que en su día acogía la propuesta de Jordi Cruz—, que solo presta servicio a los huéspedes alojados en el hotel con una carta de platos ligeros para comer y cenar y donde, además, se sirve el desayuno (una parte como bufé con peso de productos locales y otra a la carta, con opciones como el huevo encapotado).

En todo caso, Joan Roca resume el macroproyecto. “Esperit Roca es un proyecto que complementa todo lo que tenemos la familia Roca en Girona, a apenas 6 kilómetros de la ciudad. Esperit Roca es un hotel boutique con 16 habitaciones; Esperit Roca es un restaurante donde servimos los platos icónicos de El Celler de Can Roca, que, al mismo tiempo, alberga una exposición que cuenta nuestra historia y nuestro proceso creativo y permite al cliente conocer un poco más de nuestro recorrido. También va a haber próximamente un espacio expositivo complementando el que ahora mismo hay en el hall del restaurante, con una exposición abierta el público, una gran biblioteca y un espacio dedicado a cada uno de los tres hermanos; esto será aproximadamente a partir de octubre o noviembre. Y, un poco más adelante, una parte que será Academia, como una tercera fase”, desgrana como resumen el mayor de los hermanos Roca. “De momento, Esperit Roca es un restaurante donde estamos encantados de recibir a los clientes para que conozcan esta nueva locura en la que hemos puesto una gran ilusión, que nos permite mantenernos a nosotros con la pasión activa y viva, como siempre la hemos tenido, pero esto aún hay que consolidarlo”, añade.

Vii, el nuevo bar de vinos y tapas de los Roca

Esperit Roca no es el único proyecto que la familia Roca ha estrenado este verano. Si el restaurante y el hotel arrancaron entre junio y principios de julio, Vii subió persiana el 2 de agosto. Se trata del sueño cumplido de Pitu Roca y, a la vez, de uno de los conceptos más ‘casual’ de la familia. Criado en Taialà, barrio del extrarradio de Gerona donde Can Roca es el germen de El Celler y el resto de los proyectos de la familia, el sumiller estaba acostumbrado desde niño a codearse con vecinos que en una buena parte eran andaluces —clientes, a su vez, del bar de sus padres—. Por eso, desde hace tiempo, soñaba con abrir un bar de tapas andaluzas y también catalanas, freiduría incluida y algunos platillos de aquellos que sus padres despachaban en su bar.

Tras un tiempo colaborando en La Plaça del Vi, en el centro histórico de su ciudad, este local se reestrenó a principios de agosto rebautizado como Vii y ya como proyecto al 100% de los Roca —tras la decisión de Roger Viusà de dejar La Plaça del Vi para dedicarse al cien por cien al trabajo en los viñedos, como informa ‘Va de Vi’—. Así, Pitu Roca cumple el sueño de impulsar su propio bar de tapas andaluzas y vinos con apellido ‘natura’, que no son estrictamente naturales, sino que visualiza como un concepto abierto de vinos apegados a diferentes territorios, con bonitas historias detrás y una buena relación calidad-precio o, como dice el sumiller de la saga Roca, con una buena relación ‘precio-placer’.

Audrey Doré,  jefa de sumilleres de El Celler de Can Roca, asume la dirección de Vii, tras diez años “trabajando codo a codo con Josep entre vinos, viticultores y clientes, acepta el desafío de hacerse cargo del Bar de Viinos”. Con Doré, repiten la fórmula de promoción profesional, aplicada con Elisabet Nolla en Normal y con Raúl Sillero y Carles Aymerich en Esperit Roca —antes en Ágora del Mas Marroch—: mover talento de El Celler hacia otros proyectos para darles responsabilidad, motivarles y garantizar su promoción profesional.

Además, en la cocina de Vii, se mantiene David Freijomil, que ha estado desde los inicios y hasta la última etapa como jefe de cocina de La Plaça del Vi 7, que ahora “continúa a cargo de la cocina que proponemos los hermanos Roca en este espacio, ahora Vii”, cuya dirección es Plaça del Vi.

Define el nuevo proyecto el mediano de los hermanos Roca. “Vii es un bar de tapas y platillos, con la idea de poder acercar todo aquello que representa la periferia de Girona al centro de la ciudad, poder hacerlo desde un espacio de vida, de vino, de vehicular esta propuesta gastronómica con un toque de Can Roca de los años 70, una idea de fundamento de la cocina catalana, y poder acompañarlo con una relación ‘precio-placer’ de vinos que valen más de lo que cuestan y que, en definitiva, podemos ofrecer con un amplio repertorio gracias a la maestría de Audrey Doré y de David Freijomil en la cocina haciendo una parte importantísima de lo que representa hoy en Plaça del Vi el concepto Vii”, define Pitu Roca. “Vii significa ‘vi y algo más’, pero vino del bueno, cada uno con esa mirada sobre la aproximación a lo más naturalmente posible”.

En realidad, es un ‘super bar’ donde se cumple el difícil objetivo de dar de comer muy bien a buen precio platillos y tapas (con precios por receta de 4,5 a 20 euros, para garantizar tícket medio de 30 a 40 euros, que puede variar en función de los vinos elegidos). Son platos que cualquier cliente querría repetir a diario: Croquetas realmente sobresalientes, Tortilla de patata y cebolla con pan de masa madre, Gambita blanca de la Costa Brava frita, Conejo escabechado con verduras de la huerta del Mas Marroch, Cap i pota’ con chorizo y morcilla, Cocas como la de panceta curada a la pimienta negra y queso Idiazábal, los célebres Calamares a la romana de Can Roca con la receta de Montse, la madre de los Roca —dentro de Vii, “hemos hecho en una cocina una micro freiduría”, dice Pitu Roca—, Mollete de riñones al Jerez que Pitu Roca comía de niño los días de fiesta en Can Roca y ahora convierte en bocado en la carta de Vii o, de postre, Flan de huevo con nata montada. “Un bar informal, abierto cada día, de 13.00 a 23.00, con algunas tapas sencillas de 16.00 a 19.00, intentando ampliar el segmento de tapas, no solo en la hora de la comida y la cena”, definen.

La nueva boutique de Casa Cacao

La otra novedad de los Roca este verano ha sido la apertura de la nueva boutique de Casa Cacao el pasado 8 de agosto. En realidad, en el bajo del Hotel Casa Cacao, Jordi Roca ha recolocado la tienda de chocolates para pasarla al local de la parte delantera, con entrada desde su fachada en Plaza de Cataluña, en Gerona. “Hemos hecho lo que era lo más lógico y que nos resistíamos a admitir, que era poner la tienda delante que es por donde pasar la gente por la plaza”, admite Jordi Roca.

En la nueva boutique de Casa Cacao, se venden sus colecciones de bombones, tabletas y otros productos con chocolate, bajo un concepto de chocolatería ‘bean to bar’, con cacaos de diferentes orígenes de comunidades productoras de México, Ecuador, Perú y República Dominicana. Justo detrás de la tienda y antes de pasar a la recepción del hotel, se mantiene un pequeño obrador de chocolate, aunque toda la producción está centralizada en una planta a las afueras de Gerona —que también engloba los productos de Rocambolesc—. 

Mientras, ha cerrado temporalmente Bar Cacao, donde Jordi Roca estrenará nuevo proyecto. “Veremos; será algo dulce”, sonríe el menor de los hermanos, artífice, además, de una esquina mágica dedicada a Rocambolesc en Gerona, en la calle Santa Clara, donde suma heladería, confitería y bikinería, abierta hace 11 meses.

‘Roca Timeline’: la sucesión de negocios de la saga

Para poner en contexto estos nuevos proyectos, existe un ‘Roca Timeline’ que funciona casi como un notario —o “cronología del sueño y del proceso de madurez de un estilo de cocina y de un concepto de la hospitalidad”, como ellos definen—, que va dando fe de los acontecimientos clave de una familia que, año y año y día a día, ha construido su conglomerado hostelero.

Así, hay hitos como la apertura de Can Roca en 1967, que sigue manteniendo su menú del día por 16 euros; o el triestrellato de El Celler y su puesto como mejor restaurante del mundo en dos ocasiones (2013 y 2015), según la lista The World’s 50 Best Restaurants —donde tiene un puesto vitalicio en ‘Best of the Best’, hall of fame de ex líderes mundiales—. Pero eso que miden rankings y guías es solo un detalle dentro de su mapa familiar dominado por la vocación por diversificar en modelos de negocio y así garantizar tanto la rentabilidad de su empresa, como la promoción profesional de sus equipos.

En 1995, los Roca estrenaron la línea de negocio de eventos —primero, en la Torre de Can Roca,  que en 2007 se transformó en El Celler, mientras los eventos se mudaron a Mas Marroch, espacio dirigido por Encarna Tirado, esposa de Pitu Roca—. Se planteaba como un “negocio complementario” para apoyar la sostenibilidad del espacio de alta cocina, pero con el tiempo y con la vocación de que todas las unidades de negocio fueran rentables por sí mismas, se fueron dando pasos adicionales en la estrategia de diversificación. “En Mas Marroch, no teníamos más remedio que dar 120 cubiertos. Era la pandemia, había que facturar; íbamos a pecho descubierto, no teníamos fondos de inversión detrás para ayudarnos”, recuerda Joan Roca.

Así, en abril de 2012, Jordi Roca y Ale Rivas estrenaron la heladería Rocambolesc con una primera sede en Gerona, que con los años se convierte en marca paraguas y vía de crecimiento; por un lado, para dar pie a otros conceptos como una confitería (2022)  y una bikinería (septiembre de 2023) con el mismo nombre —por cierto, ¿no es real que ese concepto ha provocado la proliferación de ‘bikinis’ en cartas y conceptos de negocios en el último año?—; y, por otro, porque permite a los Roca crecer geográficamente (con locales en Barcelona, Madrid y Houston), instalarse temporalmente con ‘pop-ups’ en otros lugares (como Valencia, los dos últimos veranos, o, dentro de su ‘Rocambolesc on Tour’ estival, en La Santa Market, en la Costa Brava o festivales como el ‘Primavera Sound’) y dar un paso en su estrategia de internacionalización, con la apertura de Rocambolesc en Houston (2022).

Marcas y conceptos para crecer

No solo Rocambolesc se erige en vía para crecer, ya que los Roca crean más marcas y conceptos. En febrero de 2020, apenas dos semanas antes del primer confinamiento por la pandemia, abrió Casa Cacao como hotel boutique de 15 habitaciones en el centro de su ciudad, proyecto que capitanea Anna Payet (mujer de Joan) y que lleva a los Roca a entrar en el mundo hotelero, bajo una marca que también permite cumplir otro sueño a la saga: crear un obrador y una chocolatería, bajo la batuta de Jordi Roca. “Una extensión del mundo dulce y la hospitalidad de los hermanos Roca en un mismo edificio histórico situado en el casco antiguo de Girona”, describen. A su vez, Casa Cacao como hotel añade un restaurante en su azotea para ‘brunch’, cócteles y cenas para huéspedes y clientela no alojada (por ejemplo, con un menú por 50 euros) y, como obrador de chocolate, se consolida como marca de chocolates que se venden online, los locales de la familia o ‘pop-ups’, aparte de que se plantea como otro camino para crecer y salir al exterior, con algún proyecto puntual —como un espacio que funcionó durante un tiempo en Riyadh—.

La pandemia desembocó en la creación el 5 de julio  de 2020 del nuevo Restaurante Ágora Mas Marroch, instalado bajo la cúpula del espacio de eventos Mas Marroch con oferta con los primeros platos de la historia de El Celler, ideado como un restaurante de temporada y como una respuesta a dar al ‘parón Covid’, que impedía celebrar eventos —a la vez, permitió recolocar en el nuevo proyecto a personal del triestrellado—. Ese concepto se ha mudado ahora a Esperit Roca para destinar Mas Marroch exclusivamente a eventos, aparte de que en su finca está una huerta en crecimiento que ya provee de ciertos vegetales a diferentes restaurantes del grupo —con el proyecto ‘Sembrando el futuro’—.

En cualquier caso, el contexto de la pandemia no solo no frenó a los hermanos Roca, sino que impulsó al grupo familiar a crecer. En la primavera de 2021, el bar abierto un año antes en el bajo del hotel Casa Cacao se mudó justo al lado para convertirse en una cafetería llamada Bar Cacao. En julio de ese año, abrió Normal, un bistró en el Barrio Vell de Gerona, con una propuesta de cocina directa liderada por la chef Elisabet Nolla, procedente de El Celler.

Además, a las afueras de Gerona, creció el obrador central con la producción dulce de Jordi Roca y Ale Rivas, desde helados, toppings y ‘chuches’ a chocolates (tabletas y bombones), productos con los que los Roca pueden viajar y que ayudaron a asentar las enseñas golosas de la familia. De hecho, el ejercicio 2022 consolidó Rocambolesc como marca paraguas más allá de la heladería con la apertura de una confitería justo al lado y, en 2023, con la bikinería —con oferta de sándwiches mixtos— a la vuelta de la esquina, creando un maravilloso esquinazo con el talento dulce de Jordi Roca, un proyecto muy difícil de encontrar en otros rincones del mundo: en apenas 30 metros, se suceden los helados, las ‘chuches’ y los bikinis de los Roca.

En 2022, fue cuando la familia anunció, además, el inicio de un nuevo camino con el Castillo de Sant Julià de Ramis, planteado como un multiproyecto a pocos kilómetros del centro de Girona, que, tras casi dos años de ideas sobre la mesa y posteriores obras, vio la luz este verano como el restaurante y el hotel en dos espacios independientes dentro de esta fortaleza, bajo el nombre de Esperit Roca.

¿Qué faltaba? Quizás, muchas cosas, pero una era el bar de tapas y vinos soñado por ‘Pitu’ Roca, que participaba en los últimos años en la gestión de Plaça del Vi, reabierto reconvertido en Vii; y dar más protagonismo a la boutique de Casa Cacao en el bajo del hotel.

Es el resumen de una saga hostelera que parece imparable y dispuesta a seguir consolidando Gerona es una urbe gastronómica con su colección de conceptos basados en una hospitalidad unida a su apellido como marca de la casa y que, además, saca a la luz la variedad de registros culinarios de Joan, Pitu y Jordi Roca; sus mujeres, Anna Payet, Encarna Tirado y Ale Rivas; y, en los últimos años, la generación más joven representada por Marc —hijo de Joan y Anna— y Martí —hijo de Pitu y Encarna—, que tras pasar por varios negocios del grupo, ahora están 100% integrados en el equipo de cocina de El Celler de Can Roca. Mientras, ya asoman sus hermanas Marina y Maria —respectivamente—, que se han ido implicando esporádicamente —por ejemplo, en ‘pop-ups’ de Rocambolesc como el de La Santa Market o en la recepción de Casa Cacao—. “A Marc y Martí les veo muy cómodos en El Celler. Veremos qué quieren hacer en el futuro. Sería bonito, casi poético, que ellos hicieran la competencia a El Celler desde otro de los negocios, pero eso casi ni me atrevo a decirlo”, bromea Joan Roca.

El chef confiesa que hay un tour que algunos clientes ya están haciendo por Gerona y los negocios de la familia. “Es un tour increíble que cada vez hace más gente. Pasan una noche en Casa Cacao y otra en Esperit Roca; quizás, visitan El Celler, pero también Normal, Rocambolesc y, ahora, Vii”, cuenta el cocinero. “Son clientes, incluso colegas de oficio, que vienen a ver qué hemos hecho y, quizás, para inspirarse porque la nuestra es una historia posible. No queremos abrir un restaurante en Dubái o Qatar, nos queremos quedar en nuestra ciudad y apostar por ella, aunque haya algo puntual en el exterior”, concluye, antes de añadir lo que implica su estrategia basada en un portfolio de marcas: “Abarcamos diferentes franjas de modelos de negocio y precio, de modo que se puede comer en Rocambolesc Bikineria por 7 euros, Can Roca por 16, Vii por 30, Normal por 60, Esperit Roca por 139 y 170 y El Celler de Can Roca por 315”, detalla el chef.

Hagamos recuento de los negocios que la familia Roca opera en la actualidad: Can Roca, El Celler de Can Roca, Mas Marroch, Rocambolesc Heladería (con 4 sedes), Hotel Casa Cacao y su restaurante, boutique y obrador Casa Cacao, Normal, Rocambolesc Confitería, Rocambolesc Bikinería, Hotel Esperit Roca con el restaurante de alta cocina y otro para huéspedes y Vii. Es decir, una quincena de espacios solo en Gerona —con propuestas propia e identidades diferenciadas—, bajo conceptos complementarios, y 8 marcas diferentes —aparte de que ‘Esperit Roca’ también lo es de destilados y están ‘Roca Recicla’, la línea Roca Events y La Masía—, con la apuesta por Gerona como su gran epicentro gastronómico. Y, seguro, lo que está por venir, en su ciudad o fuera de ella.

Acerca del autor



“Economista de formación y periodista de profesión, me encanta escribir y, además, comer. GASTROECONOMY nació el 30 de julio de 2011 como un pequeño proyecto personal, a los 4 meses de decidir convertirme voluntariamente en periodista ‘freelance’. Aquí escribo de lo que ocurre en el sector: cambios, novedades, estrategias, tendencias… Se trata de observar para contarlo de la forma más amena y detallada posible. La hostelería, sea un sencillo bar, una casa de comidas o un espacio de alta cocina, equivale a un relevante sector económico que se puede analizar con el mismo rigor y seriedad que cualquier otra actividad, eliminando la frivolidad que, por desgracia, sobra en los últimos tiempos en la gastronomía. A escribir aprendí y aprendo con la práctica y porque me enseñaron a hacerlo en mi casa y en el diario económico Expansión (www.expansion.com)”.

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