L’Avenue, ‘brunch’ a ritmo de The Cure en Montreal

Tras la parada ayer en Les Filles du Roy, Verónica Loza nos enseña hoy otra modalidad de desayuno tardío en esta ciudad canadiense: L’Avenue, en la zona de moda del Plateau.

A unas cuantas manzanas del Puerto, en la tan de moda zona del Plateau, se encuentra el Restaurante L’Avenue, cuya reputación viene dada por sus abundantes desayunos, sus cócteles hechos a base de frutas exóticas y por un ambiente hip-hop que atrae no sólo a un público joven y estudiantil, sino a todo aquel que quiere comer mucho a un precio más que razonable, barato.

Por ello, vayas a la hora que vayas, sea invierno o verano, siempre encontrarás una larga cola para entrar en el local y sentarte en una mesa. Sin embargo, las inclemencias del tiempo se aguantan mejor gracias a que el dueño, apiadándose de sus clientes, ha tenido a bien instalar una calefacción en la puerta, donde la espera se hace menos heladora en invierno. Mientras, con una agilidad que sólo con el tiempo y la práctica se consiguen, uno de los cocineros da salida a cientos de brochetas de frutas frescas que luego serán servidas inexorablemente en cada uno de los platos.

Una vez dentro, una atronadora mezcla de música de los 80 con grupos como The Cure o Depeche Mode, junto a otros de rock alternativo de la época, te dan la bienvenida y lo que en un principio te hace sonreír por la nostalgia, más adelante, cuando el camarero te pregunta por quinta vez consecutiva cómo quieres los huevos, se convierte en un infierno.

De nuevo, el menú se compone de mil combinaciones de tortitas, salchichas, judías, muffins y crêpes (las hay incluso para los que están a dieta, con yogur y frutas), pero el plato estrella y por el que muchas personas acuden exclusivamente a este establecimiento son los huevos benedictinos (‘benedictine’), que no probaba desde aquella vez que tomé mi primer ‘brunch’ hace veinte años. Y pasarán otros veinte hasta que vuelva a probarlos de nuevo, ya que todavía pago las consecuencias. La calidad era buena si bien no justifica la espera de 30 minutos en la puerta.

La carta ofrece los huevos benedictinos en 12 versiones, desde los clásicos con la salsa holandesa preparada en el momento y que baña generosamente los huevos sobre un ‘muffin’ inglés, hasta la combinación con espárragos, chorizo (vamos, su hermano italiano) o filete (que básicamente se trata de huevos benedictinos con carne en medio).

Todos los platos se acompañan de pan tostado, el inevitable sirope de arce, mermelada casera y las llamadas patatas Rosemary (asadas con aceite y ajo) servidas en una cazuela pequeña tipo ‘Le Creuset’ y deliciosas.

No puedo acabar sin mencionar el cuarto de baño del local. Por alguna razón, han decidido colgar una televisión dentro del mismo que emite “La Guerra de las Galaxias” creo que de manera ininterrumpida, quizá para amenizar la espera o bien para distraer al personal de su decoración.

Si tienes ganas de comer hasta reventar sin arruinarte en el intento, sin duda, éste es tu sitio.

Dónde. Restaurant L’Avenue. 922 Av du Montre-Royal E. Montreal. Quebec (Canadá). Tel : (514) 523-8780

Precio medio: 20 dólares canadienses/persona (15 euros)

Formato de negocio: Desayunos y bistró

Acerca del autor



"Nací y me crié en Madrid, donde he vivido hasta que me mudé a Montreal a finales del verano de 2011 con mi hijo Fernando. De padre riojano y madre canadiense, fui educada en la adoración al buen yantar y en el placer de descubrir y compartir experiencias culinarias y sobremesas eternas. Estudié Derecho y Relaciones Internacionales en la Escuela Diplomática con lo que, supongo, vivir en el extranjero era inevitable". ...POR QUÉ NOS GUSTA VERÓNICA EN GASTROECONOMY: Contabilizar los encuentros gastronómicos con Verónica equivaldría a narrar en parte su historia, la nuestra y la de Gastroeconomy. Comer –y disfrutar de la cocina– es la excusa imprescindible para estar cerca de ella. En los últimos años, Vero ha sido uno de los escasos testigos del germen que dio lugar a este portal. Luchadora, valiente, sensible, irónica, divertida, cabezota y perseverante, se mudó a Montreal justo cuando nosotros nacíamos como portal. Por eso, su inevitable destino es contarnos qué se cuece en los fogones canadienses.

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