25 Jul 2013 Triball en 10 pistas para comer y beber

Este efervescente barrio madrileño, acoge un fenómeno a tener muy en cuenta en el gastrosector: la multiplicación de conceptos informales, originales, singulares, divertidos y asequibles. Aquí está la lista Gastroeconomy de 10 pistas para comer y beber en Triball.

Algunos le reprochan su escaso interés gastronómico, pero hay varios argumentos a favor de este barrio. Primero, ¿qué pasaría si algunos de estos locales nos los encontráramos al visitar Londres, Nueva York o Berlín? Quizás, volveríamos hablando de lo maravilloso de sus conceptos. Segundo, resulta más que interesante ver la progresión ascendente de un barrio que por semanas se ha ido llenando de tiendas curiosas, bares, cafés, restaurantes ‘casual’ y coctelerías, que sin más lo han convertido en una de las zonas más efervescentes de Madrid.

Sí, hablamos de esa área que suma Malasaña por un lado y Pez por otro y que, en los últimos años, ha sido bautizado como el barrio de Triball. En su población se mezcla el veterano vecindario de unas calles bien castizas con el varopinto público hispteriano, repleto de modernos en busca de crear un barrio en el que se puede disfrutar de un brunch con gramófono, un cóctel histórico recuperado, un café con una larga preparación previa, una cerveza artesana o una copa en una tienda de muebles.

En Gastroeconomy, apostamos por Triball. Y lo decimos no con la boca pequeña, pero sí en voz baja porque queremos proteger este barrio de la masificación a la que, sin duda y a ratos, empieza a estar expuesto. Si viene alguien de fuera de Madrid, le llevamos a Triball. Si queremos sorprender a un amigo con el mejor Dry Martini, Triball es el destino. Y si queremos saber qué es una animada tarde domingo a la madrileña, sea verano o invierno, vamos cómo no a Triball.

Y sí, las propuestas gastronómicas top siguen funcionando ahí fuera… pero, por un día y por muchos, las fórmulas honestas para comer y beber bien, a gusto, de manera asequible y divertida y, eso sí, bajo conceptos singulares impulsados por emprendedores anónimos, son las que nos encantan.

Ahí van las 10 pistas Gastroeconomy para comer y beber en Triball:

MyVeg

Ha sido el último vecino en llegar a este barrio. No es un local vegetariano, como bien comentan sus artífices, sino un espacio con la verdura como eje clave de una oferta que realmente destaca por su calidad y… precio. Podrás comer por un tícket medio a partir de entre 15 y 25 euros platos de verdura traída de Navarra y elaborada por navarricos, bajo la dirección gastronómica de David Yarnoz, cocinero de El Molino de Urdaniz, a las afueras de Pamplona. Increíble relación calidad-precio, buenos platos y productazos para ejecutar una oferta de la huerta en clave moderna, a la que se suman buenos pescados y carnes. Funciona un formato de horario ‘non stop’ desde el desayuno (tiene carta ‘ad hoc’). Es una de las mejores ofertas gastronómicas de Triball. Y algo a tener muy en cuenta: su menú del día por 15 euros (con IVA, incluye aperitivo, entrante, plato de verduras, principal y postre, a elegir entre varias opciones).

Naif Madrid

Cuando abrió hace más de un año y medio, lo bautizamos como el autor del mejor sándwich club de Malasaña. Aunque en la oferta sandwichera, tiene un duro rival en Crumb, un nuevo local abierto en el cercano barrio de Conde Duque, Naif sigue siendo uno de los destinos top de Tribal. El look neoyorquino de este ‘almacén’ divierte con una carta cien por cien informal y cargada de honestidad. En verano, puedes sacrificar su precioso local por la concurrida –y ambicionada– terraza de la Plaza de San Ildefonso.

La T

Un precioso local en dos plantas acoge un formato informal que puede competir sin complejos con las casas de comidas de la zona gracias a un formato imaginativo y rico cien por cien anticrisis: un menú del día, a un imbatible precio de 10,90 euros. Cocina sin pretensiones y con total honestidad, que da lugar a platos del menú diario como el gazpacho, las costillas a la barbacoa, la pechuga de pollo a la mostaza dulce o el flan de naranja. A la carta (que cambia por temporada), la cocina parece querer tender hacia la creatividad. Tiene carta de cócteles. Aunque lleva por apellido el manido término ‘gastrobar’, este local resulta interesante. Sólo una advertencia sobre La T: justo estos días ha cerrado temporalmente para resolver unos problemas técnicos, que se espera que estén solucionados en breve.

1862 Dry Bar

Es en nuestra opinión uno de los conceptos más innovadores del gastromapa madrileño en 2012 (ver aquí más información en Gastroeconomy). Algo que resulta paradójico si se tiene en cuenta que se trata de un negocio que reivindica las antiguas coctelerías y las maneras clásicas de la mixología. Alberto Martínez dejó la ingeniería y los recursos humanos para montar un negocio en torno a su máxima afición: la coctelería. En este local, que con el buen tiempo abre sus ventanales de par en par a la calle, se pueden probar elaboraciones clásicas o, más bien, históricas de muchos cócteles. Entre semana, pregunta por sus cócteles secretos.

La Tape

Es el sucesor de La Tapería, pero apenas guarda parecido con su predecesor. Lo único es que ocupa su local en una esquina de Manuela Malasaña con la calle San Bernardo, en donde con el buen tiempo la acera se ha llenado de sillas metálicas de colores. Su apuesta es doble: cervezas artesanas y tapas con la cachonda modalidad del ‘tape away’. Organizan catas de cerveza y encuentros con maestros cerveceros.

Fábrica Maravillas

Es una microcervecería dentro de una ciudad, que suma la actividad productora con la atención al público en su ‘brew pub’ (bar). Este negocio arrancó a finales de 2012 en la calle Valverde. Su cerveza artesana (en inglés, ‘craft beer’) tiene la marca FM (según la abreviatura de Fábrica Maravillas), que da lugar a diferentes versiones (rubia, tostada, negra… ) como ‘Malasaña Ale’, ‘Fl(ipa)’, ‘Triple Maravillas’ o ‘Saison Valverde’. A diario, abre a las seis de la tarde hasta medianoche; en fin de semana, opera desde las 12.30 de la mañana.

Bar Martínez

Es una coctelería que recrea el ambiente años veinte de la ‘Ley Seca’. Arrancó en el otoño de 2011 en un local antes ocupado por algún negocio de reputación dudosa (algo, no olvidemos, que predominaba en este barrio y que no está cien por cien desterrado en el Triball actual). Carta amplia de destilados, botánicos, infusiones caseras y elixires artesanales, que se completa con una oferta de 30 cócteles y algunas opciones básicas para comer (sobre todo, ‘platos combinados’ de chacinas de López Pascual y algunas tartas). ¿Lo mejor? Aparte de tomar un cóctel un domingo por la tarde, aquí brilla un formato singular, imbatible en precio y que, sin pretensiones, no engaña: su ‘brunch’ de fin de semana con gramófono, donde se pincha Glenn Miller o Ella Fitgerald, a un precio fijo de 9,90 euros, que incluye café e infusiones, un ‘bagel’, un zumo y un trozo de tarta. Se puede acompañar de un ‘Bloody Mary’ por 5 euros. Y, de lunes a viernes, funciona una selección de gin & tonic por 5 euros.

Kikekeller

En este espacio se venden objetos de diseño, muebles y piezas artísticas, pero también podrás tomar un combinado. Imagina una tienda que por las tardes de jueves a sábado se transforma en bar de copas. En este local de la Corredera Baja de San Pablo, entre objetos únicos y muebles recuperados, surge al fondo una barra con una oferta de destilados y ginebras acompañados de algunos botánicos, juntos con cócteles como el mojito o el daiquiri. Además, hay oferta de cerveza, incluida ‘La Virgen’, la microcervecería de Európolis (Las Rozas), cuya receta lleva la firma del restaurante Sudestada. Los camareros ‘uniforme’ con falda, diseñado por Kikekeller con Pool, The Crudite Company y Garcia Madrid.

Toma Café

Lleva funcionando un par de años, periodo en el que ha cumplido al pie de la letra la autodenominación que sus artífices decidieron para este negocio: Casa de Cafés & Espressos. Para ejecutar la aspiración de crear un modelo de negocio en torno a un producto único, como el café, el argentino Santiago Rigone y la española Patricia Alda decidieron crear este local. Toma Café maneja dos tipos de elaboraciones:: espresso, con la cafetera ‘Marzocco GB5’, que permite crear clásicos como el ‘capuccino’ o el ‘ristretto’ o recetas modernizadas como el ‘flat white’; y los cafés de filtro. Para el verano, prima la infusión en frío; no dejes de probarla. Además, en este negocio, que planea su ampliación, se tienen en cuenta factores como la trazabilidad y, por supuesto, los diferentes tipos de tueste, mezclas y elaboraciones.

La Bicicleta

Toma nota de los ‘subtítulos’ que acompañan al nombre de este local en lo que parece toda una declaración de intenciones: Cycling Cafe & Workplace. Es uno de los espacios más ‘hispterianos’ de Triball. También es uno de los más polivalentes, ya que arranca por la mañana con una carta de desayunos que convierte La Bicicleta en un punto de encuentro para trabajar con conexión a wifi. Una carta informal permite comer o cenar, al tiempo que las tardes prosigue el ambiente de ‘workplace’, al tiempo que funciona como lugar para tomar una copa. Y, por supuesto, su nombre no es una casualidad: este concepto rinde culto a la bicicleta, vehículo cuya utilización se propone divulgar y fomentar. “La Bicicleta nace de la pasión por las bicis, el arte y el café a partes iguales”, resumen. También se organizan exposiciones temporales.

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