¿Por qué cierra Ánima?

Grupo Amicalia anuncia el cierre del espacio abierto hace justo un año en la calle Alberto Alcocer, en Madrid, donde esta empresa hostelera gallega mantiene Alabaster y Arallo Taberna, mientras en La Coruña cuenta con Alborada (con una estrella Michelin) y una sede de Arallo. Anxo García Sánchez, socio y director general de Amicalia, reflexiona sobre las razones del cierre de Ánima. Post publicado en el blog de Ánima.

Esa es la pregunta que todos se hacen cuando cierra un restaurante. Yo contestaría, como buen gallego, con otra pregunta: ¿Por qué cierra una panadería? ¿Por qué cierra una librería? Pueden existir una multitud de motivos, pero si el cierre es en contra de la voluntad de sus dueños, el motivo es solo uno: los gastos superan a los ingresos. Esta sangría puede durar indefinidamente, pero si aplicamos criterios empresariales, debemos cortarla más pronto que tarde o se llevará por delante futuras oportunidades.

El caso de Ánima nos duele especialmente, porque habíamos depositado en él muchas ilusiones. La posibilidad de quedarnos con el local que ocupa Ánima nos llegó a principios del año 2016 y lo teníamos en la cabeza desde mucho antes, por lo que no dudamos a la hora de llegar a un acuerdo con los anteriores inquilinos y con su propietario. Tras la experiencia de Alabaster, teníamos ganas de probar un segundo negocio en la capital. Ánima nace con la idea de volver a las raíces de la cocina y dar al público algo que, creíamos, se estaba perdiendo. Una cocina auténtica, de cariño, de horas, de producto… siempre ligada a nuestra memoria atlántica. Quizás, nos equivocamos. Quizás, el público (hoy) en Madrid busca otra cosa. Quizás, faltó algo. No lo sé.

Personalmente, me gusta comer. Cuando voy a un restaurante, busco comer bien lo primero. Si el precio es alto y las pretensiones o expectativas también, busco completar la experiencia con muchas cosas más: servicio, bodega, comodidad, decoración… detalles al fin y al cabo. Detalles que justifiquen una cuenta. En Ánima, la propuesta era sobria, tranquila, humilde. Hay a quien le pueda parecer ‘sosa’; lo respeto. Lo que no cabe duda es que era un lugar donde me sentía especialmente cómodo.

¿Quién tiene la fórmula para no fallar?

Para nosotros, el negocio de la restauración es una suma de muchos factores. La propuesta (o ‘el consepto’, como diría Manquiña), el equipo, la ubicación, el interiorismo, el momento, el público al que va dirigido… A veces, hay lugares que funcionan en ubicaciones pésimas, hay lugares que funcionan con decoraciones horribles, hay lugares que funcionan con un equipo incompetente… ¿Quién sabe cuál es la ecuación perfecta?

Hoy, se está viviendo un cambio en lo que se entendía por lujo a la hora de comer. Se han roto muchos dogmas. Para bien y para mal. Se buscan otras cosas. Comer bien siempre debería ser la primera de las premisas a la hora de elegir un restaurante, se supone, ¿no?

Yo me siento cómodo en Madrid. Es una ciudad con una comunidad hostelera hospitalaria y acogedora. Tengo grandes amigos en este gremio. Me alegro de los éxitos ajenos y sufro con los fracasos de otros. Creo que entre todos deberíamos reivindicar el ‘restaurante de comer rico’, el que hace las cosas bien, el que no engaña. Ya sea castellano, gallego, peruano, asiático o mexicano. Hay momentos para todo, pero no nos olvidemos de comer bien, por favor.

Ánima morirá. Hemos aprendido mucho de él. En cuanto recuperemos las fuerzas, volveremos con otra propuesta que esperemos guste. Una cosa es segura: ¡se comerá rico!

Texto firmado por: Anxo García Sánchez. Director General de Grupo Amicalia

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