20 Feb 2014 Una bodega en tres vídeos: Casar de Burbia

Una historia empresarial del sector vitivinícola, en imágenes

Bierzo, punto de unión entre Asturias, Castilla y León y Galicia. Hasta allí nos hemos ido, al corazón berciano, con la lluvia y el frío del invierno, a traer una historia familiar de trabajo y buen hacer y, lo más importante en este caso, con un final feliz: dos grandes vinos, potentes, sorprendentes, frutales, minerales… Tierra berciana a fin de cuentas.

Casar de Burbia es el nombre de la bodega, y es el resultado de un esfuerzo familiar ajeno a las prisas y de la buena voluntad de recoger lo sembrado. Así de simple, que no sencillo. “Todo lo que yo le he dado a esta tierra, esta tierra me lo ha devuelto”, le gusta decir a Nemesio Fernández, patriarca de esta familia, fundador de la bodega en los ochenta, gallego de nacimiento y enamorado del Bierzo hasta el tuétano.

La historia de esta casa es la historia de este elaborador, quien comenzó en los ochenta a adquirir viñedos viejos, más o menos abandonados por entonces, de Valtuille de Arriba, en plena montaña. El motivo de este abandono fue debido al escaso rendimiento de estas viñas vetustas, sobre todo, al compararse con el de las cepas de la zona fértil del valle. Era una clara apuesta al largo plazo. Apuesta que hoy, con Isidro, hijo de Nemesio, al frente del proyecto, saben y sabemos que fue un presagio de éxito.

¿El secreto? Mucho y muy delicado trabajo de resurrección del terruño. Para poner en valor esa viña vieja abandonada, la bodega dedicó siete años a un laborioso proceso de reinjertado. Es decir, sustituir las variedades que nacían en los pies de esas viñas viejas (en su mayoría uva blanca) por injertos de mencía (la variedad reina del Bierzo) obtenidos de cepas de la zona. ¿El resultado? 27 hectáreas de viñedo viejo dividido en pequeños pagos con la mencía protagonista.

El viñedo está estructurado en más de 50 pagos, clasificados según la altitud, orientación y características del terreno. Verlo es espectacular ya que se trata una gran ladera en forma de olla salpicada por viñas de hasta más de cien años. Paisaje aun lado, sigamos con el proceso: a partir del estudio y trabajo realizado en el terreno en vendimia la bodega selecciona las uvas de mayor calidad con el objetivo de obtener la máxima expresión de esta joya varietal que es la mencía. Y así nacen sus tres vinos principales: Casar de Burbia, Hombros y Tebaida, que terminan de perfilarse en barrica, americana y francesa, según el vino y tiempo de crianza, para luego redondearse en la botella. La bodega elabora además otros dos tintos de edición muy limitada, Tebaida Nemesio y Tebaida Nº5, y dos blancos 100% godello, uno de ellos fermentado en barrica.