25 Mar 2013 Roma en 10 pistas para foodies

La capital italiana vive una ‘primavera’ gastronómica que no sólo ha ampliado y renovado su oferta, sino también la manera de disfrutarla. Elaboramos una lista con 10 tips gastronómicos para recorrer la ciudad.

Espaguetis a la carbonara, helados, ‘pizza al taglio’ y bocadillos con ‘porchetta’, pero también sepias “planchadas”, tapas y huevos a baja temperatura.

Roma es desde siempre uno de los epicentros de la cocina italiana tradicional, pero desde hace algunos meses vive una auténtica ‘primavera’ gastronómica que no sólo ha renovado su oferta, sino también la manera de disfrutarla. Los multiespacios abiertos desde primera hora de la mañana hasta bien entrada la noche, las cartas flexibles que cambian según la hora del día, la búsqueda de lo pequeño y de lo natural y la reubicación de la comida callejera son algunas de las tendencias que están avanzando en la capital italiana. Estos nuevos establecimientos se han ido sumando a otros más asentados entre el público, algunos de ellos con una oferta gastronómica más tradicional.

Ésta es nuestra lista con diez direcciones útiles para una ruta foodie en la ciudad eterna:

No.Au

Es uno de los locales más de moda de Roma. A medio camino entre un bistrot, una cervecería y una vinería, No.Au abrió sus puertas en julio de 2012 de la mano de cinco amigos, entre ellos, el cocinero Gabriele Bonci y Teo Musso, referencia en el mundo de la cerveza artesanal. El nombre de local resume su enfoque: natural, orgánico, alimento, humano. Esto significa cervezas artesanales, vinos biológicos y productos de cercanía cuyo sabor se manipula en la menor medida posible. En la minúscula cocina a la vista, en la que trabajan dos cocineros, sólo hay un microondas, un roner y una plancha y no la que se utiliza para cocinar, sino la que sirve para planchar la ropa. La sepia de No.Au, envuelta en papel para el horno y “planchada” durante unos minutos, ya se ha convertido en una leyenda.

Coromandel

La filosofía de Coromandel es la casa. El local, una antigua ‘trattoria’ totalmente reformada, es un rincón de tranquilidad en la muy concurrida zona que rodea la Piazza Navona. Las diferentes cartas son un homenaje al ‘comfort food’, adaptado, eso sí, a todas las horas del día. “Aquí, hay una receta diferente para cada momento del día”, afirma Katia Minniti, que ideó este local. Desayuno y merienda a base de tortitas, cruasanes, panes y bizcochos –es muy aconsejable el de canela–, todos de elaboración propia. Para comer, se puede optar por una ‘cheeseburguer’ con patatas fritas y una cerveza artesanal o por una pequeña carta que varía todos los días e incluye un primero, un segundo, verduras y postre. La carta de la cena también es breve y cambia a menudo, pero luce propuestas más elaboradas como el huevo a 65º con patatas y aire de cardamomo. El menú del chef de 40 euros sólo se sirve por la noche.

La Taverna di Lucifero

La Taverna di Lucifero se encuentra cerca de la Plaza de Campo de’ Fiori, uno de los ejes de la vida de la ciudad. Su carta se centra en especialidades de Piamonte: la trufa de Alba se sirve de octubre a marzo con pasta fresca, huevos, tartar y con la fondue de queso, el plato estrella, preparada según la versión piamontesa –con queso fontina, leche y huevos– o suiza –con queso emmental y gruyere–, vino blanco y kirsch. Es muy aconsejable también la fondue de chocolate –negro o con leche–, que se acompaña con galletas, pan, merengues y fruta. El ambiente es alegre e informal, casi todo está pensado para compartir y no se aceptan tarjetas de crédito. Pronto, abrirá una sucursal cuya oferta girará en torno a los sabores de la montaña, como la polenta, con harina de maíz, y la caza.

Ai Tre Scalini

En 2004, Adriano Calvari y Barbara Chioccia, una pareja de amigos, ambos sumilleres, tomaron el relevo de una ‘osteria’ popular de 1895 en el corazón del Rione Monti, uno de los barrios más emblemáticos de Roma, a escasos metros del Coliseo. El resultado es esta vinería escondida bajo una cortina de vid americana en la que se respira un atmósfera familiar. Las mesas de madera suelen estar apiladas, pues el local está casi siempre lleno, los manteles son de papel y el picoteo es de los más tradicional: ‘taralli’ y ‘friselle’ –picos de forma redonda- y panecillos con tomate y aceite; tostones; embutidos y mozzarella de búfala. Los platos calientes siguen la misma línea, incluyendo grandes clásicos como la  parmigiana de berenjenas, las albóndigas con salsa de tomate y la ‘porchetta’, el ‘street food’ romano por excelencia: cerdo asado con ajo, romero, hinojo y pimienta.

Eataly

Una antigua terminal aeroportuaria de 17.000 metros cuadrados convertida en un templo para foodies. En Eataly Roma, el más grande de los centros comerciales de comida italiana gourmet abiertos desde 2007 en todo el mundo, la experiencia gastronómica es total. Se puede empezar por un aperitivo, quedarse a comer o a cenar en uno de sus restaurantes (más de veinte), tomarse un café o un chocolate caliente, comprar una mozzarella de búfala fresca, medio kilo de tomates y productos tan exquisitos como la confitura de bergamota o la crema de pistachos de Sicilia. Finalmente, se puede bucear entre las últimas novedades editoriales en la librería especializada de la planta baja.

Foto de Eataly: Zeno Colantoni.

Porto Fluviale

Porto Fluviale es el más reciente de los espacios abiertos a lo largo de esta reciente hiperactividad de la gastronomía romana. También en este caso, se trata de un edificio rehabilitado: un ex almacén de productos sanitarios que en sus 900 metros cuadrados concentra una decena de propuestas diferentes. Aparte de una cafetería, una ‘trattoria’, una pizzería y una parrilla, Porto Fluvialde cuenta con un espacio con cocina donde suele servirse el buffet, pero que también se alquila para comidas privadas y clases de cocina. La barra, abierta desde 10.30 de la mañana hasta bien entrada la noche, sirve cócteles, vinos y cervezas, entre ellas la FluviAle, una cerveza artesanal ligera y agradable. De la barra salen los cicchetti –tapas cuyos precios oscilan entre 1,50 y 3 euros– y el ‘street food’: hamburguesas, perritos calientes y kebab, que se pueden pedir tanto en la barra como directamente desde la calle.

Come il latte

En Roma no es difícil encontrar un buen helado, pero los de Come il latte son una revelación. En el obrador a la vista situado en el fondo de esta heladería, está Nicoletta Chiacchiari, escenógrafa y cocinera de formación y heladera por pasión. Cuando abrió Come il latte en abril de 2012, lo hizo para realizar un sueño: hacer el mejor helado posible “en un pequeño refugio para golosos y amantes de lo dulce”. En Come il latte, hay apenas veinte sabores, producidos cada día sin excederse en las cantidades –unos 4 kilogramos para cada sabor– y utilizando ingredientes naturales y de temporada. Leche, nata, queso ricotta fresco, azúcar moreno, huevos biológicos y fruta fresca. Además de en cucuruchos, los helados se pueden degustar también en tarrinas con una base de brownie o brioche y un topping de chocolate blanco o negro servido directamente de un grifo.

Pastificio San Lorenzo

El Pastificio San Lorenzo se encuentra en el barrio universitario de San Lorenzo y mezcla los genes de un bistrot con los de un restaurante de cocina tradicional. El local ocupa parte del espacio que un tiempo pertenecía a la fábrica de pasta Cerere, fundada en 1905 y, a partir de finales de los años sesenta, cuando cesó su actividad, convertida poco a poco en un refugio para artistas. No podemos hablar de su propuesta culinaria principal –en general, cocina italiana tradicional reinterpretada–, pero sí de la fórmula aperitivo que debe mucho a las tapas españolas: pequeñas raciones de anchoas del Cantábrico empanadas y fritas, chips cacio y pimienta, focaccia, ‘supplì’ al teléfono –croqueta de arroz cuyo relleno de mozzarella se deshace en hilos al morderla, de allí la referencia al teléfono– y una copa de vino. Todo por 10 euros.

SAID. Antigua fábrica de chocolate

Justo enfrente del Pastificio, está la Antica fabbrica del cioccolato, un espacio dedicado exclusivamente a este producto: chocolate para llevar que se encuentra nada más entrar en la tienda y chocolate para merendar, comer y cenar en la chocolatería y en el restaurante situados en el fondo. Este local no sólo conserva la estructura original de 1923 de una antigua fábrica de dulces, sino también la maquinaria para la elaboración del chocolate, del turrón y de los caramelos, las mesas de trabajo, los utensilios y los moldes. La oferta gastronómica gira, como es obvio, en torno en el chocolate: chocolate caliente, tartas y hasta propuestas más atrevidas como la ‘caponata’ (una especie de pisto) con chocolate. Las tabletas, los bombones, las trufas y, durante la época actual de Semana Santa, los típicos huevos de chocolate se elaboran aquí a partir de la masa de cacao.

Conti Confetteria

En Italia, las peladillas están asociadas a todos los eventos más importantes de la vida. Las hay para los bautizos, las comuniones, las bodas –también las bodas de oro y de plata– y hasta para las fiestas de fin de carrera. La cadena de confiterías Conti, nacida en Milán en 2000, ha llevado al extremo las variaciones sobre este tema, convirtiendo la típica almendra confitada en una de las muchas opciones. La sucursal romana, situada en pleno centro, es una pequeña tienda en la que se pueden encontrar hasta cuarenta tipos de peladillas diferentes: desde las de pistacho hasta las de almendra al limoncello pasando por las de rosa y violeta. Como en los restaurantes, aquí también se puede elegir a la carta y llevarse los sabores que uno prefiera u optar por un “menú degustación”: una bolsa que contiene un confetto de cada uno de los gustos disponibles.

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