1862 Dry Bar, la coctelería de la chistera

10 gastroconceptos innovadores de 2012 (8/10) 

Arrancó la pasada primavera en la calle Pez, es decir, en pleno meollo del inquieto barrio de Triball. En este contexto trendie, 1862 Dry Bar tiene, no obstante, la vocación clásica como su eje estratégico. Un equipo liderado por Alberto Martínez da vida a un espacio que toma su nombre del año en el que el barman Jerry Thomas publicó el presunto primer libro de cócteles de la historia. Aparte de su atractivo local, tiene como baza a su favor una oferta de destilados singulares, algunos casi inéditos en España, con una apuesta: el vodka frente a la fiebre del gin. Su carta de cócteles (con un precio medio de 8 a 10 euros) mezcla los combinados clásicos con creaciones de la casa, donde también se puede desayunar. El espacio está presidido por una gran barra firmada por los neocarpinteros Picapino. Una pista más: en el barrio de Triball, Kikekeller, una tienda de muebles y objetos de diseño, se transforma en coctelería los fines de semana por la noche. ¿Inspiración neoyorquina a un paso de la Gran Vía madrileña? Y, en todo caso, un apunte: la fiebre de la coctelería en Madrid tiene como autor a Le Cabrera, el local liderado por Diego Cabrera y Ben Bensoussan que puso en órbita gastronómica el formato basado en la pareja cóctel-picoteo.

Su innovación: 1862 Dry Bar es innovador por reeditar el formato de una coctelería cien por cien clásica con marcas de destilados poco conocidas.

DóndePrecio

1862 Dry Bar. Pez, 27. Madrid

De 8 a 10 euros

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Acerca del autor



Estudié Empresariales, pero siempre he trabajado como periodista, título que espero seguirme ganando cada día. Escribir es lo que más me gusta. Antes, sobre economía; y, desde hace once años, sobre gastronomía, algo que casi me inventé como vía de escape y que, al final, se convirtió en mi trabajo. En abril de 2011, decidí pasar a la vida freelance y, el 30 de julio de ese año, lancé este portal, mi bebé al que consiento y maleduco para escribir lo que me apetece. Gastroeconomy aspira a ser un proyecto mucho más rentable que su actual sostenibilidad económica, con una idea clara: ni el portal, ni sus contenidos, ni yo, estamos en venta. Es la única forma de que os fiéis de nuestro trabajo. Como siempre, ¡¡GRACIAS por leernos!! Espero seguir creyendo en este proyecto, sin perder el escepticismo, ni la capacidad de autocrítica. En Twitter, soy @mfguada”.

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