Nace Rocambolesc, el negocio de helados con el apellido Roca

Jordi Roca pone en marcha una heladería con look de cuento infantil en el centro de Girona, en la que servirá seis sabores y algunos de sus postres en formato pack para hacer en casa. Es una democratización de la alta heladería y una versión ‘prêt-à-porter’ de la cocina de El Celler de Can Roca en su vertiente dulce. 

En un local de 30 metros cuadrados, se puede crear un modelo de negocio que, si funciona, podría exportarse a otras ciudades o, por qué no, países, con un atractivo: helados firmados por uno de los mejores pasteleros de España y del mundo y con el sello del apellido Roca, ligado al segundo mejor restaurante del mundo. El Celler de Can Roca. Jordi Roca es uno de los ‘lados’ de un triángulo que completan sus hermanos Joan Roca, cocinero, y Josep Roca, ‘camarero de vinos’ y ‘contador de historias’ en la sala. Este fin de semana, ha arrancado Rocambolesc, la heladería firmada por Jordi Roca y que está situada en el centro de Girona. En la última semana de marzo, Gastroeconomy visitó Rocambolesc cuando se terminaban las obras. “Hemos intentado idear un local muy divertido”, contaba Jordi Roca, que hora antes trabajaba en la cocina de El Celler de Can Roca, el restaurante en el que oficia junto con sus hermanos en Girona, en las pruebas de los helados de su nuevo local.

Esta heladería basa en “un modelo de negocio que permite ofrecer helados fáciles de montar”. Hubo un momento en el que se iba a llamar Roca & Fred. Pero, al final, triunfó el nombre Rocambolesc. Algo de rocambolesco tiene este formato: las bases de helados se elaboran en la cocina de El Celler de Can Roca para después transportarlas en furgoneta o en bicicleta (“Nos hace gracia la idea de rescatar la bicicleta con un arcón vendiendo helados”, confiesa Jordi Roca) a la tienda.

El formato de negocio

Con una superficie de 30 metros cuadrados y ubicada en una céntrica calle de Girona, los helados se servirán a través de unas máquinas soft. ¿Soft? Sí, son esas máquinas con una manivela a través de la que se sirve un helado en un cucurucho o en una tarrina y que, aparentemente, son propias de productos artificiales (por ejemplo, las hay en cafeterías o en cadenas estadounidenses de hamburgueserías). “Es valiente y arriesgado haber decidido utilizarlas, que son técnicamente perfectas para servir helados y que permiten a partir de las bases elaboradas en el restaurante ofrecer el producto al momento. Así conseguimos un modelo equilibrado desde el punto de vista logístico. En la tienda, no hay manipulación de las bases de los helados, sólo para servirlos”, argumenta el pastelero, que también reconoce que este sistema “limita el número de sabores”.

En Rocambolesc Gelateria, hay tres máquinas soft para, en principio, servir seis sabores cada día, que se pueden tomar en cucurucho (cornete) de barquillo o en tarrina. Los helados se elaboran a diario y, por eso, sus sabores irán cambiando según el día y las estaciones. “Es mejor tener pocos sabores que cincuenta y hacerlo mal”, afirma el repostero. . Los helados tendrán unos precios entre 2,7 y 4,5 euros. Para arrancar, éstos han sido los seis sabores: helado láctico, manzana al horno, chocolate, vainilla, sorbete de fresa y sorbete de mandarina.

Si visitas esta heladería, lo primero que encontrarás es una pared al fondo llena de mandos y de barras de rayas rojas y blancas que giran mientras el espectáculo de la heladería salta desde el segundo mejor restaurante del mundo hasta un negocio asequible en una calle del precioso centro histórico de Girona. ¡Bienvenidos a la democratización de la alta heladería! Y, de paso, bienvenidos a una nueva versión ‘prêt-à-porter’ de la gastronomía de vanguardia en su formato más dulce y, algo importante, la primera versión ‘prêt-à-porter’ de los hermanos Roca, que hasta ahora en sus negocios complementarios incluyen eventos y asesorías siempre alienadas con su concepto de alta cocina. Rocambolesc es su auténtico salto a la calle para acercarse a todos los públicos.

Origen del proyecto

¿Cómo surgió la idea de crear una heladería? Primero, a Jordi Roca se le ocurrió crear el carrito de postres, que ahora sale a la sala de El Celler de Can Roca con los ‘petit fours’. “Pensamos en u carrito de helados y en la idea de venderlos en Girona en forma de carrito y con una bicicleta”, señala el pastelero. “Empezamos planteándonos hacer un carrito de postres y acabamos con un nuevo modelo de negocio centrado en los helados y en algunos postres nuestros para que se puedan hacer en casa” explica. Su hermano Joan completa la explicación sobre esta estrategia: “Llegó un momento en el que nos podíamos plantear hacer alguna versión asequible de nuestra cocina, pero no tenía sentido abrir el enésimo gastrobar que, probablemente, no tenga ningún interés. En cambio, una heladería parecía tener mucho sentido”.

El resultado fue Rocambolesc. “Hemos querido fusionar el concepto de heladería con productos bien hechos con el de juguetería”, cuenta Jordi Roca. Con interiorismo de Sandra Tarruella (que también firmó la remodelación de El Celler de Can Roca), Rocambolesc podría salir en un cuento infantil, en una novela de Julio Verne, en obras replicadas hasta la saciedad como ‘Alicia en el País de las Maravillas’ o ‘El Mago de Oz’ o, por qué no, en la serie ‘Pipi Calzaslargas’. En su lugar, un equipo liderado por Jordi Roca y Ale Rivas se encargará de mantener esta heladería, en la que también se venderán algunas golosinas, libros y los postres firmados por el pastelero para elaborar en casa que se presentan en unos packs con sus ingredientes y sus instrucciones de uso. Es decir, cajas en formato ‘take away’ para montar en casa conocidas creaciones dulces de Jordi Roca como el Postre láctico (en la imagen). “Es un concepto de postre Ikea”, resume el repostero.

La idea es que Rocambolesc “nos sirva como prueba. Si no sale bien el proyecto, no pasaría nada porque la inversión no ha sido muy elevada por lo que el riesgo es asumible. Pero si sale bien, podemos plantearnos abrir otras tiendas, ya veríamos bajo qué estrategia”, dice Jordi Roca. Así que con una sonrisa se refiere a Rocambolesc como “un modelo de cosa que no sé si es macho o hembra”.

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Dónde. ROCAMBOLESC. Santa Clara, 50. Girona. Tel. 972 416 667

Web: http://rocambolesc.com

Precios de los helados: de 2,7 a 4,5 euros

JORDI ROCA, EL LÍDER DE LA COCINA DULCE
Jordi Roca confiesa que ni la sala (“Ser camarero es demasiado duro”), ni la cocina le atraían. En su lugar, adora el mundo dulce al que llegó de forma casual y cuando parecía que no había heredado ninguna vocación culinaria como sus hermanos Joan y Josep. Casi por obligación al principio, se incorporó al día a día del restaurante. Pero la presencia del pastelero galés Damian Allsop en la cocina de El Celler de Can Roca le descubrió una vocación: la cocina dulce era lo suyo, con ese punto travieso de diversión y locura que implica. Jordi es el más gamberro de la saga Roca y el indudable contrapunto del pragmatismo de Joan y de la emotividad de Josep. Así que este trío es capaz gracias al menor de la familia de servir dulces hipercreativos a sus clientes y de lanzar (en septiembre de 2022) ‘Núvol de Llimona’ (Nube de limón), un perfume creado por Jordi Roca, comercializado en su restaurante y a través de su web (ahora, también a la venta en Rocambolesc) y, que forma parte de un camino de ida y vuelta ideado por este pastelero en torno a la creación de postres basados en conocidos perfumes.

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FOTOS;

Firma de las fotos de Rocambolesc en obras (tratadas con la aplicación Instagram): Marta Fernández Guadaño

Firma de las fotos de Rocambolesc, Jordi Roca y el equipo: Cuentas en Twitter de Jordi Roca y El Celler de Can Roca y web de Rocambolesc

Acerca del autor



Estudié Empresariales, pero siempre he trabajado como periodista, título que espero seguirme ganando cada día. Escribir es lo que más me gusta. Antes, sobre economía; y, desde hace once años, sobre gastronomía, algo que casi me inventé como vía de escape y que, al final, se convirtió en mi trabajo. En abril de 2011, decidí pasar a la vida freelance y, el 30 de julio de ese año, lancé este portal, mi bebé al que consiento y maleduco para escribir lo que me apetece. Gastroeconomy aspira a ser un proyecto mucho más rentable que su actual sostenibilidad económica, con una idea clara: ni el portal, ni sus contenidos, ni yo, estamos en venta. Es la única forma de que os fiéis de nuestro trabajo. Como siempre, ¡¡GRACIAS por leernos!! Espero seguir creyendo en este proyecto, sin perder el escepticismo, ni la capacidad de autocrítica. En Twitter, soy @mfguada”.

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